Una de las expresiones artísticas más antiguas que conocemos es la pintura. Desde la antigüedad, el ser humano ha tenido la necesidad de expresarse, así como de contar aquello que estaba sucediendo. A día de hoy, podemos ver que sigue siendo así. Por esta razón, se han desarrollado diferentes y muy ricas técnicas y estilos, así como tipos de pintura.
Con el hombre de las cavernas, ya hace más de 20.000 años, queda reflejada esta necesidad. Con los pocos recursos de los que se disponía en la época, ya se buscaba la expresión y el color. A lo largo de la historia, esta necesidad ha hecho que llegue a ser estudiada por personajes como Aristóteles, Leonardo Da Vinci o Isaac Newton, los cuales hicieron sus aportaciones en este ámbito.
Aristóteles, Da Vinci y Newton
Aristóteles fue el primero que llevó a cabo la definición de los colores. Este indicó que, los colores, se forman mediante la mezcla de cuatro colores básicos (que él denominaría como la tierra, el fuego, el agua y el cielo). También señaló el importante papel que jugaba la incidencia de la luz y de las sombras sobre los mismos.
De la mano de Leonardo Da Vinci, nos encontramos en pleno auge del Renacimiento, en el siglo XV. El color fue definido por él como propio de la materia, e hizo aportación de una gama nueva de colores básicos. Destacaba como color principal el blanco, pues este permite la recepción del resto de los colores. Tras el blanco, señalaba el color amarillo para la tierra, el azul para el cielo, el rojo para el fuego, el verde para el agua y el negro para la oscuridad. Al contrario que el blanco, el color negro hace que desaparezcan todos los demás. A través de la mezcla de estos colores, conseguía obtener el resto. No obstante, surgieron algunas dudas, ya que se comprobó que el verde era un color que también podía surgir de una mezcla.
Isaac Newton, ya en el siglo XVII, instauró un principio que sigue siendo aceptado a día de hoy: “La luz es color”. Newton se dio cuenta de que la luz, al atravesar un prisma, se descomponía en varios colores, que formaban un espectro. Esto podemos observarlo en los días en los que llueve y hay sol, en los que la luz, incidiendo sobre las gotas de lluvia, hace aparecer el arco iris. Estos colores serían el azul violáceo, el azul celeste, el verde, el amarillo, el rojo anaranjado y el rojo púrpura.